Juan, un chico de 14 años, ya no se relaciona con sus amigos. Desde hace meses su única fijación es jugar a la videoconsola. Sus padres han intentado convencerle de que “es malo” pasar tanto tiempo delante de la pantalla, pero cada vez que lo hacen, el niño se enfada y les rechaza. Su comportamiento está cambiando: se vuelve más ansioso y arisco.
Cuando salen con él de paseo, consiguen disfrutar de un rato tranquilo dejándole el móvil para que juegue y se conecte a Internet.
Juan tampoco es capaz de prestar atención a otras tareas e incluso parece que nada le satisface.
Antes jugaba mucho al fútbol en el parque con sus amigos del barrio, ahora nada. Los ha cambiado por nuevos amigos que sólo están en las redes sociales.
Está desencadenando una DEPENDENCIA que le está haciendo cambiar su estado emocional y sus hábitos personales. “Tendremos que actuar” |
Respóndete a estas preguntas:
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Si las respuestas a estas preguntas son afirmativas, probablemente se trate de un uso excesivo, por lo que debe reorientarse |
Date cuenta de la importancia de hacer cada cosa en el momento adecuado y reflexiona sobre a qué dedicas ese tiempo.
Explícaselo con ejemplos: si en el colegio o instituto hay unos horarios estipulados para que puedan aprender diferentes materias y realizar actividades, lo mismo ocurre en el resto del día, lo que nos permite tener tiempo para todo.
Es útil que tanto los padres como los hijos anoten el tiempo que pasan y las veces que se utilizan los siguientes dispositivos durante la semana: TV, videojuegos, ordenador, teléfono móvil, tableta.
La presencia de estos dispositivos ha cambiado por completo el clima de las aulas y la relación de los alumnos con sus profesores e incluso con sus compañeros.
¿Cómo limitar el uso del móvil a las actividades educativas y didácticas?